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Si hay algo indudable e irrefutable, es que el agua es la base de la vida. Esencial para nuestra existencia, dependemos del agua para nuestra agricultura y ganadería, para la fabricación de bienes y servicios y para obtener energía.

Por tanto, no es extraño que el agua sea un bien muy cotizado, ¿no es así?

Según el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2020 Agua y Cambio Climático, el uso global de agua se ha multiplicado por seis en los últimos 100 años y continúa aumentando a un ritmo constante de 1% anual, debido principalmente al debido al desarrollo económico, al crecimiento demográfico y al cambio en los patrones de consumo.

El cambio climático afecta también a su disponibilidad, poniendo en peligro el acceso y disfrute del derecho humano al agua y saneamiento de miles de millones de personas. De hecho, la ONU estima que en la actualidad unos 2.200 millones de personas carecen de agua potable y 4.200 millones carecen de un sistema de saneamiento adecuado. Esta situación es aún más acusada en regiones que no gozan de una buena gestión hídrica y que sufren las consecuencias del cambio climático.

Y es precisamente este estrés hídrico lo que ha motivado que el agua llegue al siguiente nivel como activo universal: cotizar en bolsa.


El índice Nasdaq Veles California

A la altura del petróleo o del oro, la escasez de agua ha hecho que este preciado bien entre por la puerta grande en los mercados de Wall Street, donde desde el pasado 7 de diciembre ya cotiza en bolsa, con un precio de 486,53 dólares por acre-pie en el día de su estreno, una medida equivalente a 1.233 metros cúbicos en Estados Unidos.

Esta conversión a activo bursátil del agua viene principalmente motivada por el difícil acceso al agua en algunas regiones, así como la disponibilidad de agua en distintos momentos del año, algo que ha desembocado en fluctuaciones en su precio. Nasdaq, la segunda bolsa de valores electrónica y automatizada más grande de Estados Unidos, ya reparó en esta circunstancia, y en 2018 se asoció con Veles Water y WestWater Research para lanzar el Nasdaq Veles California Water Index (NQH20), el primer índice de precios del agua en California.

El precio por metro cúbico de agua en California se ha duplicado en el último año, y parece bastante probable que el cambio climático, el crecimiento demográfico, las sequías y la contaminación añadan aún más estrés hídrico a la región. De hecho, según un artículo publicado por ICEX, en las oportunidades de crecimiento en California se desprende la voluntad política de realizar una gestión más sostenible del agua que permita enfrentar los grandes desafíos hídricos de la región, un territorio severamente castigado por las sequías.

Ahora, este índice permite realizar un seguimiento del precio al contado del agua en el estado de California, lo que representa la valoración actual del agua según las condiciones de oferta y demanda y ofrece una mayor transparencia en su gestión. Además, aunque el índice está basado en los precios de las principales cuencas fluviales de California, este valor podrá ser usado como referente para el resto del mundo en los mercados del agua.

“Este índice, que no se crea ahora, sino que se creó el 31 de octubre de 2018, se presenta como parte de la actualidad porque el 7 de diciembre se abrió el primer periodo para adquirir contratos de futuros”, señala Gonzalo Delacámara, economista y director académico del Foro de la Economía del Agua, y añade: “Los contratos de futuros son derivados financieros que reflejan un contrato entre dos partes que se comprometen en una fecha concreta y a un precio acordado, a intercambiar un derecho de uso de agua. Es decir, no se adquiere el agua hoy sino el derecho a usarla en el futuro”.



Una inversión segura

En bolsa se puede vender y comprar prácticamente todo. Y todo engloba a materias primas necesarias para la subsistencia de muchos países. Es el caso del cacao, el trigo o el arroz, cuya escasez o abundancia hace fluctuar su precio, o el petróleo o gas, necesarios para la subsistencia de muchas comunidades.

El agua no es una excepción, y si bien su escasez hace que el precio de esta se encarezca, hasta el momento nadie había puesto precio a su existencia, porque, ¿acaso el agua no es un bien público?

Delacámara lo explica así: “El agua es (y debe ser) un bien de dominio público. Así se refleja en toda la legislación internacional. Lo que se reconoce en algunos mercados formales es el derecho (privativo) de uso del agua. Hay experiencias de mercados informales, es decir, de transacciones entre quien necesita el agua y quien tiene el derecho a usarla en muchos lugares del mundo desde tiempos inmemoriales. Los mercados formales de derechos, en Australia, Chile o los estados del oeste de EEUU, son eso: formales; mercados regulados por una entidad pública”.

Si hay algo indudable e irrefutable, es que el agua es la base de la vida. Esencial para nuestra existencia, dependemos del agua para nuestra agricultura y ganadería, para la fabricación de bienes y servicios y para obtener energía.

Por tanto, no es extraño que el agua sea un bien muy cotizado, ¿no es así?

Según el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2020 Agua y Cambio Climático, el uso global de agua se ha multiplicado por seis en los últimos 100 años y continúa aumentando a un ritmo constante de 1% anual, debido principalmente al debido al desarrollo económico, al crecimiento demográfico y al cambio en los patrones de consumo.

El cambio climático afecta también a su disponibilidad, poniendo en peligro el acceso y disfrute del derecho humano al agua y saneamiento de miles de millones de personas. De hecho, la ONU estima que en la actualidad unos 2.200 millones de personas carecen de agua potable y 4.200 millones carecen de un sistema de saneamiento adecuado. Esta situación es aún más acusada en regiones que no gozan de una buena gestión hídrica y que sufren las consecuencias del cambio climático.

Y es precisamente este estrés hídrico lo que ha motivado que el agua llegue al siguiente nivel como activo universal: cotizar en bolsa.

Locken ya señalaba en un artículo publicado en 2017 en iAgua, cómo en algunos países es posible invertir en determinados fondos que tienen parte de un río o lago, como es el caso de Australia. Estos fondos alquilan a empresas el “derecho a usar el agua”, y sus precios fluctúan dependiendo del año hídrico, por lo que la demanda de agua es muy variable.

En países como China o regiones como Sudamérica el agua es de propiedad estatal, mientras que en otros países se pueden adquirir los llamados “derechos de agua”, que permiten adquirir determinadas cantidades de agua para actividades relacionadas con agricultura o ganadería.

También existen varias opciones de inversión hídrica, como el agua virtual, la inversión en compañías de agua y los fondos cotizados. Un buen ejemplo de esto es Michael Burry, un inversor que supo anticiparse a la crisis financiera de 2008 y predijo la caída del mercado inmobiliario americano. La gran apuesta de Burry fue un solo producto, el agua: “La comida es la manera de invertir en agua. Es decir, cultivar alimentos en las zonas ricas en agua y transportarlos para su venta a zonas pobres en agua. Este es el método para redistribuir el agua menos polémico, en última instancia puede ser rentable y asegura una redistribución sostenible".

Así pues, partiendo de la base de que se trata de un bien preciado y finito, muchos expertos consideran que el agua es una de las inversiones más seguras y rentables a largo plazo.

Delacámara sostiene que, en teoría, “de esta forma lo que estás haciendo es generar incentivos para que la gente sea más eficiente porque los derechos excedentarios de agua los puede llevar al mercado. Además, esto sirve para garantizar que el agua que haya disponible llegue a priori dónde se necesita y conseguir liquidez en este mercado que eventualmente pueden financiar inversiones de mejora, orientadas a la conservación del recurso”. Sin embargo, advierte, “estos mercados de derechos pueden ser una herramienta de conservación, si se utilizan bien, lo que no siempre ocurre”.

A pesar de que las fluctuaciones de precios en el agua son universales, desde CME Group, el mercado estadounidense de derivados financieros y de productos básicos, indican que el valor de estas cotizaciones en bolsa no implica una entrega física de agua, sino que son datos puramente financieros y establecen una referencia para los precios del agua, algo que podría proporcionar mayor transparencia, supervisión y descubrimiento de precios para la industria del agua y sus participantes.

Porque aunque nada es seguro en esta vida, lo único que está claro es que la apuesta más segura, cotice o no en bolsa, es la gestión adecuada de nuestros recursos hídricos.

Fuente: iagua 


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