El proyecto, desarrollado por un equipo de diversas instituciones, es liderado por María Juliana Leone, investigadora del Laboratorio de Cronobiología de la UNQ. La aplicación desarrollada permite a los usuarios realizar un autodiagnóstico periódico, y así acceder a recomendaciones personalizadas según edad, género y costumbres horarias.
Mi reloj interno: así bautizaron a la app que tiene el objetivo de mejorar el sueño de los argentinos y argentinas; el descanso sagrado que durante la pandemia se vio severamente afectado. Gratuita y disponible para teléfonos celulares (actualmente en Android y próximamente en iOS), permite a los usuarios realizar un autodiagnóstico periódico, y así acceder a recomendaciones personalizadas según edad, género y costumbres horarias. La aplicación realiza preguntas relacionadas con los hábitos y analiza los datos que cada persona ingresa. La información consignada por parte de cada individuo es anónima y se encripta en su traslado al servidor.
“Es una aplicación que permitirá coordinar los hábitos con los ritmos internos. Básicamente, hace preguntas sobre los horarios del sueño, las actividades que se realizan relacionadas al trabajo y al estudio, la exposición a la luz y las preferencias diarias. En función de ello, y a partir de un algoritmo, genera recomendaciones para que las personas puedan adecuar los hábitos y, como resultado, mejorar el descanso”, precisa María Juliana Leone, investigadora del Conicet en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y en la Universidad Torcuato Di Tella.
Los valores que la app devuelve dependerán de la edad y del género de los usuarios. La aplicación, asimismo, cuenta con un sensor para medir la intensidad de la luz en los distintos ambientes, porque uno de los factores que pone en hora al reloj es precisamente la luz. “Todo está basado en datos locales y es muy preciso de acuerdo al grupo en el que el usuario se inscribe. Algo que podría ser beneficioso para un adolescente, podría ser perjudicial para una persona mayor”, señala Leone a Argentina Investiga. Se trata del primer estudio orientado al diseño de una app para mejorar los ritmos circadianos y el sueño, a partir de datos de la población doméstica.
El dato a destacar es que cuenta con el respaldo del Observatorio Académico de Aplicaciones Móviles para la Salud de la Universidad Nacional de Quilmes. “La idea es que uno complete los datos hoy, seguir las recomendaciones que realiza la app y, luego de quince días, volver a evaluarse. De esa manera es posible ver si mejoró el estado: la calidad del sueño, el cronotipo y disminuir el jetlag social. Todo se resume en contar con un reloj interno más saludable”.
El algoritmo
Para desarrollar el proyecto, las investigadoras realizaron cuestionarios estandarizados y cuatro mil encuestas telefónicas para garantizar la participación de individuos de diversas edades y realidades socioeconómicas. Los datos obtenidos (vinculados a hábitos cronobiológicos, actividades cotidianas, preferencias de sueño) fueron procesados por especialistas en sociología y demografía, con el propósito de generar un algoritmo que relacione hábitos y características de los ritmos circadianos.
Desde aquí, Leone relata: “Recolectamos la información entre julio y septiembre de 2020. Como los datos son locales, pudimos tener en cuenta para este estudio el factor cultural. Sin ir muy lejos, en la Argentina somos mucho más nocturnos que en otros países, como Estados Unidos. El algoritmo que realiza las recomendaciones está ajustado según nuestras características locales, y eso no es menor”. Si el reloj interno permanece sin estar sincronizado durante mucho tiempo, la persona puede experimentar problemas de salud: tanto trastornos de sueño e insomnio, problemas metabólicos (diabetes) o psiquiátricos (depresión).
Dormir bien es vivir mejor
“Durante el confinamiento, al estar en nuestras casas, nos expusimos menos a la luz del sol, que constituye el principal estímulo que mantiene coordinado los ritmos internos con el ambiente. La regularidad en los horarios y nuestros patrones de actividades se vieron afectados con esa situación de excepción”, expresa Leone. Las personas que, por caso, todos los días solían despertarse a las 7.30 (para bañarse, cambiarse, desayunar y viajar al trabajo), con el aislamiento y el pasaje de sus actividades a la virtualidad, comenzaron a levantarse más tarde. Lo mismo para los niños, las niñas y los adolescentes que cursaron durante buena parte de la pandemia desde sus casas y en horarios diferentes a los habituales.
Esa situación que afectaba al reloj interno motivó a Leone y compañía a desarrollar el proyecto “Desafíos cronobiológicos asociados al aislamiento social”. El trabajo fue uno de los seleccionados dentro de la convocatoria “IP COVID”, promovida por la Unidad Coronavirus que integran la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y el Conicet.
En el presente, la app podrá servir a las personas, incluso cuando la pandemia esté llegando a su fin. Es la muestra cabal de que las investigaciones que realizan los científicos y las científicas pueden ser aprovechadas para mejorar la calidad de vida de las poblaciones. Bajo esta premisa Leone, remata: “Creemos que es fundamental que se tome conciencia de la importancia de descansar bien y de monitorear mejor nuestros hábitos. Si la gente puede seguir las recomendaciones y ello mejora su calidad de vida, para nosotras sería fantástico”.
Junto a Leone, participaron del proyecto las investigadoras del Conicet Lía Frenkel (Instituto de Biociencias, Biotecnologías y Biología Traslacional), María Fernanda Ceriani (Fundación Instituto Leloir) y Paula Cramer (Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación).
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