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Casos de éxito de jubilados que emprenden tras su retiro: de cervezas a quesos de cabra

Por Fabio Perussich Williams

Un bioquímico que puso una cervecería, una maestra que instaló una usina láctea, y dos servicios de yoga y masajes para empresas.


Por Fabio Perussich Williams (1)
Casos de éxito de jubilados que emprenden tras su retiro: de cervezas a quesos de cabra


Rubén Wagner, bioquímico jubilado hace 12 años, abrió su propia cervecería en la localidad de Plottier, a 15 kilómetros de Neuquén capital. Con su socio, además pusieron un bar y abastecen a otras cervecerías de la región.
Lida Juárez, tras jubilase como maestra, regresó a su pueblo natal, la localidad cordobesa de San Pedro, para poner la fábrica de quesos de cabra La Majadita, a la que hoy abastecen 30 tambos de la zona.
Viviana Kello llevaba muchos años dando clases de inglés en empresas cuando, hace unos 15 años, abrió un servicio de masajes y relajación para que las empresas ofrezcan a sus empleados. Lo inició en 2006, con una inversión de 2.000 dólares en cuatro sillas, folletería y uniformes. El año pasado, poco antes de la pandemia, computaba una cartera de clientes de 24 empresas.
Un recorrido no muy distinto hizo Julio Aguirre, aunque desde posiciones más ejecutivas: luego de tres décadas en las que se desempeñó en Techint, Bridas y Pan American Energy, además de haber ejercido como consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al filo de sus 60 años Aguirre Aguirre pegó el volantazo y abrió su emprendimiento, Yoga para Empresas. Hoy tiene una decena de compañías de primera línea entre sus clientes.
Esos cuatro casos son una porción mínima de las historias de la de muchísimos jubilados que retoman la vida laboral a través de sus propios emprendimientos: la foto de abuelos aburridos en el banco de una plaza comienza a perder vigencia y crece la cantidad de mujeres y hombres devenidos emprendedores.
Alejandra Méndez, directora Ejecutiva de INICIA, entidad que dispone del programa Emprender + 50, señaló que las estadísticas de grupo Chartered Management Institute, de Gran Bretaña, revelan que los emprendedores mayores tienen una tasa de éxito del 70% al crear nuevas empresas, mientras que la tasa para los emprendedores jóvenes ronda el 28%. “En nuestro país, esta ola de emprender de los adultos mayores no sólo tiene que ver con reforzar ingresos, sino también con la oportunidad de hacer algo que les guste, que les haga sentir realizados y tenga un propósito vital más allá del negocio en sí mismo”. Los cuatro casos que siguen confirman esa tendencia.

Bioquímico y cervecero
Rubén Wagner se jubiló hace 12 años y recién entonces pudo dedicarse de lleno al hobby que lo acompañó durante buena parte de su actividad profesional: la producción de cerveza artesanal. Bioquímico de profesión, Wagner trabajó en el Sistema de Salud de la Provincia de Neuquén, principalmente en la ciudad de Cutral Co. Al jubilarse, tanto él como su señora, que había sido docente, encararon emprendimientos acordes con sus gustos.
“Mi señora Ana María se dedicó a producir plantas en un vivero-jardín en el fondo de casa, y yo me dediqué de lleno a la producción de cerveza artesanal en sociedad con Víctor Wallingre, con quien elaboramos seis tipos de cervezas bajo el nombre de fantasía W & W. Tenemos la fábrica en Plottier, a 15 kilómetros de Neuquén. Allí también tenemos un bar llamado Bierhaus W & W, donde vendemos nuestras cervezas, y tenemos clientes en bares y growlers de Neuquén y Río Negro, Cipolletti, Fernandez Oro y Cutral Co”.
Dice Wagner que todo comenzó con un curso de elaboración de cerveza que compartió con otras cinco personas. Por supuesto que los conocimientos de bioquímica le fueron sumamente útiles. “No hay nada que en este proceso no se explique desde el punto de vista químico o bioquímico, lo que ayuda a comprender lo que sucede en cada uno de los pasos de la producción. Con eso y con las debidas precauciones se llega a lograr la cerveza diseñada y deseada”.
Entre los desafíos que los socios enfrentaron desde un primer momento figura la cantidad de productores de cerveza artesanal de la Patagonia y especialmente en Neuquén, que Wagner califica de explosión. “El mercado estaba saturado pero se ha ido depurando. Van quedando quienes tienen pasión por el emprendimiento, y no sólo lo hacen como una salida laboral”, dice.
La producción de W&W está destinada a barriles, en vez de botellas o en latas, como buena parte de la competencia. ”Ha sido un largo camino de aprendizaje. Ser emprendedor es un desafío, siempre puede aparecer un escollo que entorpezca el esfuerzo realizado y las ilusiones”.
Wagner dice sentirse cómodo en esa tarea. ”Cuando iniciamos la elaboración de cerveza tuve la impresión de comenzar a desarrollar por segunda vez mis capacidades físicas e intelectuales. Volví a sentir que tenía ímpetu juvenil y algo importante que hacer. Y el cierre obligado al que nos obligó la cuarentena fue solo una pausa para tomar impulso y redoblar la apuesta”.

De la docencia a la usina láctea

“Empezamos a producir quesos en 2007, con la producción de leche de ocho familias de la zona, eran unos 180 litros diarios. Hoy son 30 los tambos que entregan la producción en planta o se las retira un camión refrigerado”, cuenta Lidia Juárez, una docente jubilada de Córdoba que regresó a su pueblo natal, San Pedro, para fundar La Majadita, una fábrica de quesos de cabra. “No tenía necesidades económicas. Mi calidad de vida hubiera sido mejor si me quedaba en casa. Pero quise agregar valor a los tambos caprinos y visibilizar sus esfuerzos”, agrega Juárez.


San Pedro está ubicado en la comuna de Gutemberg, departamento de Río Seco, 230 kilómetros al norte de Córdoba capital. Juárez cuenta que se jubiló de maestra en la escuela municipal Juan Antonio Paredes, en Córdoba capital, y de inmediato puso proa a San Pedro. Se inició en la actividad quesera sin saber nada del rubro, pero con el apoyo de toda su familia. “Me tiré a la pileta y después vi si tenía agua. No me jacto de eso, porque me equivoqué mucho. Si uno investiga, se forma y se asesora, se pierde menos”.

En el 2014 Juárez impulsó la formación de la Asociación de Productores de la Cuenca Láctea Caprina “La Majadita”, a través de la cual los asociados expresaron sus necesidades y dificultades. La entidad logró gestionar y obtener fondos para capacitación, equipamiento e infraestructura. Con el tiempo el establecimiento fue pionero en la producción de energías no tradicionales. “Cinco productores disponen de biodigestores, que producen gas a partir del guano de cabras y con ello obtienen la energía para alimentar el freezer. Son productores que no tienen luz eléctrica y mantener la cadena de frío es condición indispensable para ser proveedor”, dice Juárez En la actualidad La Majadita no sólo coloca sus productos en Córdoba, sino también en Buenos Aires, La Pampa, Rosario, San Luis y Mendoza. La extensión de la cuarentena sorprendió a Juárez con un gran stock productivo y con la necesidad de conseguir nuevos compradores que compensaran la caída de ventas de Semana Santa, uno de los puntos fuertes de ventas en el año.

Yoga corporativo

Julio Aguirre estudió Comercio Exterior y se especializó en finanzas. Durante casi tres décadas ocupó cargos en Techint, Bridas (luego, Pan American Energy) y también se desempeñó en la ex Somisa, en el PAMI y como consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).


Hoy es instructor de yoga, disciplina que practicaba desde sus 29 años y que, 20 años después, decidió que iba a ser el eje de su vida laboral. “Cuando trabajé en Somisa enfrenté muchas presiones políticas que no me gustaban y me desgastaron mucho. Entonces redescubrí el yoga y me hizo muy bien. Tiempo después decidí dedicarme por completo a esta disciplina y me formé como instructor. Viajé a Bahamas, donde se encuentra uno de los centros de la Organización Sivaranda, y posteriormente participé en cursos de especialización en Brasil, Colombia e India. Y finalmente hice la maestría. Después abrí mi propio emprendimiento y empecé a trabajar con ejecutivos de empresas”.
Aguirre inauguró Yoga para Empresas en 2004. Contaba con un staff especializado, en la calle Talcahuano, y desde entonces tuvo como clientes a empresas como Procter & Gamble, ICBC, Deutsche Bank, Itau, BBVA. Johnson Controls, Gas Natural Ban, Natura y HP, entre otras. Dice que la nómina fue creciendo hasta 2018, cuando las compañías comenzaron a reducir costos.
Con todo, Aguirre asegura que el período más difícil de la empresa fue el primer año y medio. “No había una cultura de gestión empresaria que estimulara esta actividad como un beneficio adicional al salario. Después, progresivamente, las direcciones empresarias fueron tomando conciencia de la importancia de que su gente pudiera incorporar una disciplina superadora”.
Aguirre afirma que también fueron difíciles las semanas de la cuarentena, durante las cuales sintió la necesidad de ‘reinventarse’ y surgieron así las clases on line bajo plataforma de las compañías contratantes.
Cuando reflexiona sobre las vueltas de su vida, Aguirre dice que la actividad financiera le proporcionó una gran experiencia empresarial y gratificaciones de diversa índole, pero que el yoga le da la satisfacción de hacer más llevadera la vida de las personas. “Definitivamente resigné ingresos cuando dejé la actividad corporativa y me dediqué a la disciplina, pero valió la pena. Gané en calidad de vida. Me gusta mucho dictar clases y dar seminarios destinados a mejorar la calidad de vida de las personas”.



Masajes en la empresa

Viviana Kello daba clases de inglés en empresas cuando, a mediados de 2002, en plena crisis, cuenta que comenzó a identificar las necesidades que presentaban esas organizaciones, cuando vio el nivel de estrés y tensión de los empleados. “Me atrapó el concepto de incentivar la salud para combatir lo que se conoce como burnout, el estrés dentro de la empresa’”, cuenta.
La reconversión no fue inmediata: mientras seguía con sus clases de inglés contactó a personas del exterior para conocer en qué consistían los servicios que brindaban, qué herramientas utilizaban y cómo eran recibidas por el personal. Hasta que en 2006 lanzó el emprendimiento, que llamó Matwork.
“Al principio sólo ofrecía masajes. Invertí 2000 dólares en cuatro sillas, folletería, uniformes, insumos, desarrollo de página web, etc. Por un tiempo fui yo sola, luego se incorporó mi marido”.
Kello cuenta que la primera empresa cliente apareció antes del mes. “Qué fácil que viene todo, me dije, y después conseguir el segundo cliente me llevó un año y medio. Pero para ese momento la propuesta ya era más amplia, como servicios como stretching, yoga, nutrición y charlas”.
Kello, con muchos contactos de su tarea anterior, inició un acercamiento con los departamentos de RRHH de las empresas. “Los gerentes se entusiasmaban con la idea, pero luego quedaba en la nada. Como era algo nuevo, temían implementar proyecto que luego fracasaran. Fueron tiempos de mucha dedicación, muchos contactos, entrevistas y también de muchas frustraciones. Me sostenía la idea de difundir la importancia de incentivar la salud dentro de las empresas. Y no me equivoqué”.
Desde su origen hasta el año pasado, desde Matwork se brindó servicios en más 110 empresas, con una cartera actual de 24 empresas.
“La crisis del coronavirus nos obligó a suspender los servicios, pero nos propusimos seguir activos, y así lanzamos el programa “Es momento de quedarse en casa”, con el que ofrecemos clases online o vídeos para acompañar y ayudar a a pasar la cuarentena”, señala.

Fuente: Revista Pymes

(1) Fabio Perussich Williams, Presidente de la Cámara Emprendedores y MicroPymes de la Prv de Bs. As. (CAEMPS) - comunicacioncaemps@gmail.com




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